
El viernes 21 de marzo, Ciudad Juárez se convirtió en el epicentro del caos sonoro cuando Los Blenders, la banda de surf punk y garage rock de la Ciudad de México, finalmente pisó suelo fronterizo para su primer show en esta tierra polvorienta. En el Anexo Centenario, donde las paredes sudan historia y los suelos se han acostumbrado a soportar cientos de pies en frenesí, la espera por fin terminó para los fieles de primera fila que llevaban años soñando con este momento. "Estoy esperando esto desde el 2018", confesó uno de ellos con los ojos iluminados por la expectativa.
La noche arrancó con Dawgs, que estrenó alineación y prendió la mecha con "Interludio". Guitarras que aullaban como bestias atrapadas en los amplificadores, bajos que golpeaban como martillos y una batería que sentenciaba la llegada del desenfreno. El espíritu grunge de Nirvana flotaba en el aire mientras la audiencia empezaba a perder la compostura. "Hagan desmadre, pero cuídense", dijeron desde el escenario. Era la única regla de la noche, un pacto tácito entre los que estábamos allí para rendir culto a la distorsión.
Goliatt tomó la estafeta y, desde el primer acorde, ya tenían al público en la palma de su mano. "En Mi Mente" abrió su set, siguieron Nunca Mas y Preso, y "Desesperado", un track que evocaba los ecos de Caifanes con un piano ochentero que le ponía nostalgia al desenfreno. La multitud se agitaba cada vez más, absorbiendo la energía de la banda como si fueran vasos comunicantes de electricidad pura. Se respiraba la ansiedad por lo que estaba por venir.

Y entonces, Los Blenders subieron al escenario y cualquier noción de control se disolvió en el aire. "Depresión Tropical" hizo lo opuesto a su título y convirtió el Anexo en un carnaval desquiciado. Gritos, brincos, cerveza volando por los aires. Todo perfecto hasta que la maquinaria tuvo un tropiezo técnico. "Ni parece que hicimos soundcheck por dos horas", bromeó Archi, provocando risas y gritos cómplices entre la audiencia. Pero los problemas técnicos no frenaron el impulso. "Ponte Punk", "Amigos" y "Playa Privada" siguieron el set, cada una elevando el frenesí. En algún momento, un falsetto perfecto emergió del escenario y más de uno giró la cabeza buscando a una vocalista oculta, solo para descubrir que era el guitarrista quien hacía magia con su voz.
El delirio creció con "Niña Surf", "Demasiado Bien" y "Los Vampiros". Cada canción era un detonante para saltos descontrolados y slams improvisados, la adrenalina fluyendo como un río desbordado. Pero fue "Ha Sido" la que llevó la noche al clímax absoluto. En mis siete años cubriendo conciertos en el Anexo, pocas veces he escuchado a un público cantar con tanta fuerza. Antes de que la letra siquiera arrancara, el lugar entero ya tarareaba la melodía, un coro espontáneo de cientos de gargantas fusionadas en un mismo sentimiento. Brincos, empujones, vasos derramados... todo en perfecta armonía caótica.
La noche cerró con "Solo" y "Chavos Bien", dos últimos disparos que dejaron a Juárez exhausto, empapado en sudor y euforia. Los Blenders marcaron un antes y un después con este show, un debut que se sintió más como una ceremonia de bienvenida largamente esperada. Con un recibimiento así, es difícil imaginar que pasen otros seis años antes de su regreso.

Agradecemos al Anexo Centenario por las facilidades.
📝📷: @samxdelgado

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