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Ira y vómito con Margaritas Podridas en el Anexo Centenario



Una aparentemente tranquila noche pre otoñal de domingo en Ciudad Juárez, se convirtió en el lienzo de un recital tan estridente y anárquico, como hipnótico y cautivador.


Margaritas Podridas, tercia (antes cuarteto) surgida del desierto sonorense visitó por primera vez Ciudad Juárez para ensordecer a sus fieles seguidores quienes se dieron cita en el Bar Anexo Centenario.


Esta agrupación adoptó sonidos noise y shoegaze poco explotados en la región y los aderezó con una onda de punk desenfrenado, receta redescubierta por la Generación Z, que dejó un fuerte sabor a nostalgia por el grunge más crudo y ríspido de inicio de los años noventa. 


Pese a ser el día de nuestro señor, el preámbulo para otra semana cotidiana y aburrida más, varias almas introvertidas, pero llenas de irá presurizada decidieron retar a la rutina y hacerse presentes.


TELONEROS


Dawgs



Los encargados de abrir el telón fueron los juarenses Dawgs, quienes supieron afianzarse ante un público esquivo y lograron impregnar el ambiente con su propuesta enérgica y melancólica, la cual aparte de no desentonar, daría idea del rumbo que tomaría la velada.



El tiempo continuó su trayecto, un giro inesperado trajo cambios abruptos en el line up prometido con anterioridad, aunque, su resultado pese al mal trago para algunos, acarreó consigo una grata sorpresa.


Monja



De pronto, una luz carmesí cubrió como si se tratase de un manto sangriento la tarima del Bar Anexo Centenario, de entre sus pliegues surgió una figura envuelta en un velo negro de encaje, cuyos movimientos lentos, seductores e inquietantes pronto se tornaron en un estallido enloquecido que dio entrada a uno de los performances más potentes de esta frontera, Monja.



Estos dementes, neo satánicos, transgresores y travestis nocturnos, así tal cual se presumen en sus redes, convirtieron aquello en un “Acontecimiento espiritual” que tomó desprevenidos a los asistentes, quienes azorados e impresionados se dejaron envolver lentamente por lo que aconteció frente a sus miradas.



Sin embargo, lo inevitable sucedió, la procesión al fin los tomó cautivos y coronó a la blasfema figura ataviada de madre superiora que saltó hacía un mosh pit un tanto improvisado, con el cual se dio cierre a la intervención de los fronterizos.



Margaritas Podridas


Sin una introducción fastuosa, haciéndose camino entre cables, mientras el staff ajustaba artilugios y otros aditamentos propios de los músicos, los capitaneados por Carolina Enríquez subieron al entarimado del Anexo Centenario para hacer un sound check rápido antes de interpretar su primera canción, eso sí, no sin antes saludar y agradecer la presencia del público.



Una vez afinados a placer bajo, guitarra y batería, Margaritas Podridas arrancó un trepidante recital lleno de distorsión y alaridos desquiciantes, que paradójicamente se convirtieron en una especie de mantra que hechizó a los presentes de inició a fin.


El mundo es feo, debo dinero…



Amontonados frente al escenario, justo a los pies de los originarios de Hermosillo, Sonora, sus más fieles seguidores se apretujaron hasta casi las asfixia para sentir las violentas notas de temas como “No quiero ser madre por obligación”.



A penas unos pasos atrás, otros locos se volcaron en un pequeño pero impetuoso slam por el cual saltaron gotas de sudor y cerveza.



Por otra parte, los más cautos solo se animaron a sacudir sus cabezas mientras trataban de seguir el frenético ritmo de la batería.


Se vinieron temas solicitados por la muchedumbre como “Púrpura”, a la vez que Carolina agradecía los silbidos y aplausos, además de decirse contenta y pasarla a toda madre por tocar en estas latitudes.



Ajustes más y ajustes menos en los instrumentos daban pie a “Margaritas”, uno de sus tantos tracks, llenos de resonancias estridentes y atmosféricas.


Margaritas Podridas, fueron desojando uno a uno los pétalos de su repertorio, dejándolos caer en un camino sinuoso, por el cual retumbó la voz de su líder, cuya delicada silueta contrastó con sus desenfrenados y lastimeros gritos que golpeaban las paredes del lugar.



“Agujas” y “Pólvora” ambos sencillos lanzados recientemente formaron parte del set list que preparó la banda para seguir enloqueciendo a sus seguidores, quienes se reusaban a ceder un poco de espacio frente al escenario.


A pesar de que tocaron por tercera noche consecutiva, entres tres distintas ciudades, con miles de kilómetros recorridos, la energía de los sonorenses no mermó en ningún momento, por el contrario, irradiaron vibra grunge y punk hasta el final.



Ojalá los podamos ver pronto de nueva cuenta por estas tierras, a un lado las vías del tren y a espaldas del Río Bravo, justo en el corazón de Ciudad Juárez.



Agradecemos al Bar Anexo Centenario y Norte Shida por las facilidades.



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