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Writer's pictureSamuel Delgado

Carnaval de Nostalgia con Los Fabulosos Cadillacs en Cd. Juárez



La noche del martes 19 de noviembre, Ciudad Juárez fue testigo de una de las páginas que comprenden la historia del rock latinoamericano, Los Fabulosos Cadillacs regresaban desde quién sabe cuándo a estas latitudes, donde una línea imaginaria separa el primer mundo del tercero.


La ventisca fría y seca recorría los confines del estadio Juárez Vive, mientras los rayos del sol se apaciguaban, los primeros visitantes ocupaban los lugares de estacionamiento más cercanos a los accesos.


En las cercanías al recinto, convertido esa velada en sucursal de la historia del ska, se podía ver al menos a tres generaciones distintas formase para entrar con boleto en mano o digital a alguna de las secciones dispuestas de acuerdo a su presupuesto.


De apoco, los espacios se comenzaron a poblar de representantes de la generación X, millenials y los menos, Centenials, que acompañados de sus padres o por simple curiosidad, se lanzaron de excursión entre un mar de reumas y dolores de cuello. 



La espera se alargaba, aunque, la antesala se convirtió en uno de los eventos socialités del año, grupos de viejos amigos y conocidos coincidían encapsulados por las vallas de contención y asediados por una cuadrilla de vendedores más que asertivos.


El reloj marcaba las 9:00 de la noche pasadas, la rechifla poco podía disimularse por la música Dub y los visuales previos al concierto, cuando de pronto, los músicos argentinos salieron del fondo del escenario entre una lluvia de luces para ser recibidos por gritos ensordecedores.



Los primeros dardos de nostalgia fueron lanzados con puntería, cuando los Cadillacs dieron la bienvenida al concierto con “Manuel Santillán, el León”, “Demasiada Presión” y la “Luz del ritmo”, tercia de canciones que hizo sacudir la polilla a la concurrencia.



Gabriel Julio Fernández Capello y compañía se echaron a la bolsa a los acérrimos fanáticos cuando sacaron del baúl de los recuerdos temas como “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, “Carmela” y “Estoy harto de verte con otros”.



La muchedumbre gritó otra vez de manera desenfrenada al escuchar la tonada de saxofón que dio introducción a “Calaveras y Diablitos”, tal clamor se pudo sentir hasta el Centro Histórico de la Ciudad (No tengo pruebas, pero tampoco dudas).



“Los condenaditos” mostraron el lado experimental y oscuro de Los Fabulosos Cadillacs, en el que Vicentico se hincaba sobre el suelo para luego brincar y recorrer de un lado a otro el escenario asentado en el jardín central del estadio.



De pronto, los instrumentos eléctricos fueron hechos a un lado, para ser sustituidos por guitarras acústicas y cambiar la festividad por un convite íntimo y romántico del donde “Soledad”, “Basta”, “Gallo Rojo” y “Vos sabes” fueron las invitadas de lujo.



La atmosfera de cursilería que comenzaba mezclarse con el olor marihuana y mariguanol, se disolvió de golpe cuando la cumbia villera de “Padre nuestro” volvió a desentumir a los presentes acalambrados para ese punto por el frío.



Le siguieron “Quinto centenario”, “Cartas, flores y un puñal” y “Saco azul” que extendieron la tónica de mezcla de ritmos y desenfreno.



Desde donde un servidor se encontraba estimado lector, lectora (o lectore) apenas y se formaron pequeños y efímeros conatos de “slam”, que no pudieron fraguarse entre lo apretujado del lugar y las condiciones de casi retiro de muchos de los asistentes.


Sin embargo, aunque, se extrañó algún mosh pit (repito desde donde este tecleador estaba) que hiciera estremecer la carne y los huesos, la fiesta no cesó y el buen ambiente de la gente de Juárez se hizo notar de principio a fin.



“Siguiendo la luna” hizo cantar a coro a todo el mundo, de nueva cuenta el eco de las voces de miles rebumbaba a varios kilómetros a la redonda, esta vez quizá más allá del Bravo.

La multitud no dejó de entonar a tope “Carnaval toda la vida” y “Mal bicho” mientras el Sr. Flavio destrozaba el lugar haciendo rugir su bajo.



El menú de la noche cerraría de manera momentánea con “El satánico Dr. Cadillac” otra imperdible canción que marcó la infancia y juventud de los miles de asistentes, que desde los años noventa escuchaban a LFC en algo que alguna vez se llamó radio.


El carnaval de nostalgia cerraría su brevísimo resumen a la trayectoria de la agrupación argentina con “Matador” y el tradicional grito (al menos por estas tierras) de “¡a huevo!”, como en los viejos tiempos del Fred´s (¿alguien sigue yendo?).



“Vasos vacíos” acabó de desgañitar las pocas gargantas que no enronquecieron para ese punto, mientras otros agitaban las manos en el aire y aplaudían los pasos de Vicentico, quien para sus 60 años sigue desplegándose sobre el escenario como si nada.



Por fin, después de 25 temas, más de tres horas de pie, “Yo no me sentaría en tu mesa” correría el telón para concluir con pinza dorada una presentación legendaria, que no sabemos cuándo o si se volverá a repetir en esta urbe, que se entregó por completo y que se integró a los cientos de plazas recorridas y conquistadas por los originarios de Buenos Aires, Argentina.



La luz del ritmó iluminó con baile y alegría a Juárez.


Gracias a Latin Me por hacernos parte del carnaval.


📷: @samxdelgado 



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